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Diálogos sobre el superyó o los matices de la maldad en nuestra época

Actualizado: 22 mar 2022

Serie conferencias abiertas Psicoanálisis Aún 2022



Por Andrea Mojica




Las coordenadas estrambóticas y vertiginosas que toman los fenómenos sociales y subjetivos en la cotidianidad de nuestra época -siempre más excesivos e híper intensos- ponen sobre la mesa preguntas éticas y estéticas que convocan al psicoanálisis en su calidad de saber sobre lo humano pero que también empiezan a cuestionar la eficacia de las respuestas acumuladas sobre los tópicos más fundamentales. Acaso la expectativa del poder epifánico de la enunciación de ciertas frases o conceptos resulta insuficiente a la hora de escuchar las formas de vivir que las personas y la sociedad en general padecen y escenifican hoy. La insistencia en la anomia o en la inexistencia de la apoyatura paterna como explicación del estado de cosas actual y la nostalgia por un tiempo mítico en que las identidades y los modos de relación estaban bien definidos derivan en toda suerte de cruzadas teóricas y prácticas para recuperar algo de la fantasía perdida.


La sensación de extrañeza que produce la reiteración de una digresión estéril abre la puerta a otro tipo de conversación, que se desmarca de la satanización de la maldad como déficit moral y acude a la escucha clínica para encontrar entre telones las marcas del imperativo Superyó. De la discusión sobre lo que no hay al rodeo por lo que hay, el espacio de Conferencias Abiertas de Psicoanálisis Aún de este 2022 ha propiciado el encuentro con lo que dice la maldad en su polifonía, con nombres y actores diferentes, tanteando en los recorridos propuestos salidas posibles a estos callejones cerrados del malestar. Se trata de un diálogo desde y con el psicoanálisis que ha tenido como interlocutores a la filosofía, la sociología, la antropología, la ciencia política, la psicología, la religión, la psiquiatría, los estudios de género y el arte, entre otros. Esta apuesta, que se renueva en cada espacio y cada ciclo de Psicoanálisis Aún, traza un horizonte de investigación y elaboración conjunta que apenas comienza.




Fue la envidia el primer tópico protagonista del año. De la mano de Alan Talgham avanzamos en la vía de localizar el sustrato del malestar propio de la envidia y la pregunta por lo que de ella resulta inconfesable. El reconocimiento de la neurosis de autocastigo como neurosis moderna, la definición de la envidia como delirio de afirmación en el propio ser, la impotencia de las pantallas para extraer lo insoportable de la mirada y el carácter dual de la envidia fueron algunas de las conclusiones de aquella primera conferencia. La diferenciación entre celos y envidia, el valor de castración que tiene hablar de lo inconfesable de la envidia y ubicar a la amistad como respuesta y antítesis de la envidia son algunas de las ideas más interesantes de esta sesión.


Una semana más tarde la discusión se centró en la maldad con Mario Henao como anfitrión. La consideración, nada superflua, de que estamos obligados a pensar el mal abrió paso a un recorrido pleno de referencias históricas, cinematográficas y filosóficas que vincula al mal con la imperfección, pero también da cuenta de la necesaria convivencia con el bien y la diversidad de versiones sobre el mal y la maldad que se escriben en cada una de nuestras comunidades y tradiciones. La conferencia dio lugar a la reflexión sobre la localización de la maldad en los cuerpos y las figuras femeninas y los efectos que esta tesis deja en lo social, en la clínica y en el psicoanálisis.


De la maldad pasamos a la clínica del Superyó, esbozada bajo el epíteto de la risa al llanto y su reverso. En esa ocasión Megdy Zawady, director de Psicoanálisis Aún, propuso una caracterización de la época en relación con la multiplicación de ideales contradictorios bajo los cuales las personas intentan organizar, sin mucho éxito, su forma de gozar y de vincularse con el otro. En ese escenario, y echando mano de la obra freudiana, Megdy sitúa la pertinencia de retomar la clínica de la neurosis obsesiva para responder a los desafíos del sufrimiento de la época rescatando herramientas como la risa, que proporcionen otro punto de vista y relativicen la severidad del imperativo superyoico.


En una línea similar se desarrolló la conferencia del Síntoma como objeción presentada por Sylvia De Castro. El repaso por la manera en que se ha pensado el diagnóstico en la psiquiatría y la psicología desde la segunda mitad del siglo XX hace necesario recordar la dimensión de objeción del síntoma, que denuncia un cuestionamiento del sujeto al aplastamiento proveniente del discurso del Otro. El síntoma, hay que recordarlo, da cuenta de la sujeción del viviente al lenguaje pero también de su singular forma de goce, de su preservación más allá de las prácticas normalizantes de la cultura. La maldad entonces no está en la existencia del síntoma; se trata propiamente de lo que se hace o no con él, de lo que se mira, se escucha, se habla o se ignora, se trata de la matriz en la que se pretende insertarlo o en lo que puede movilizarse a partir de la escucha de su objeción.




Ignacio Barbagallo extendió los alcances de esta conversación una semana más tarde en una conferencia cuyo título fue una verdadera provocación: El psicoanálisis, ¿Es paranoico? La clínica de las psicosis fue la protagonista de un espacio en el que se habló francamente de la locura como encarnación del Otro malo para el psicoanálisis y del psicoanálisis mismo como maldad en el sentido del carácter obturador y limitante que sus propios axiomas que, por ejemplo desde una clínica de la ortopedia, puede deslizar a la práctica y la escucha de los psicoanalistas. Este anquilosamiento resonó en la siguiente conferencia, a cargo de Andrea Mojica y Florencia Tortora titulada De canallas, cínicos y perversos: lo que el psicoanálisis no quiere saber. La interrogación por el cinismo como forma de la maldad por excelencia y la distinción entre el cinismo de la filosofía antigua y el cinismo moderno permitió ubicar la especificidad del goce del canalla y hablar sin prevenciones de una clínica posible de la perversión. De esta sesión pudo extraerse esa relación del cinismo con la verdad, la perversión con el lugar del analista y la necesidad de hacer la distinción entre los tres términos para mantener abierta la puerta a aquello de lo que el psicoanálisis de hoy, o más bien muchos psicoanalistas desde la ortodoxia, no quieren saber.



Esta semana el diálogo continúa con la conferencia de Fernando Eseverri, Ser falso/ser auténtico. Sin pretensiones de autoridad o de absolutismo, la pregunta por la verdad despunta como un compromiso necesario que no se apega a un autor o una frase de moda y que al menos desde aquí tiene como principal aspiración seguir abriendo caminos y tejiendo vasos comunicantes. Seguimos pues escuchando las contribuciones a este espacio que por este primer semestre de 2022 se cerrará con la exposición de grandes conclusiones clínicas y teóricas en la voz del director de Psicoanálisis Aún.

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